viernes, 6 de abril de 2018

Creatividad en la Educación Infantil


 

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El niño cuando entra por primera vez a un centro de educación infantil, viene con unas características propias, no todos tienen las mismas capacidades. Algunas le vienen dadas por sus características innatas (madurez, inteligencia), pero también hay una parte aprendida en el hogar. Una familia rígida   y poco motivadora no permitirá desarrollar la creatividad; un ambiente relajado, flexible y motivador mostrara un niño más creativo y seguro de sí mismo.

La creatividad es una característica inherente al ser humano, susceptible de ser estimulada por el entorno, familiar y social del niño. En todo ser humano existe el impulso de experimentar, indagar, relacionar, en definitiva, de crear. Según Dacey, el niño de educación infantil se encuentra en un período crítico donde se realiza el mayor desarrollo neuronal en el ser humano. Si en este período existen presiones externas autoritarias, el pensamiento creativo decrece.

La escuela de Educación Infantil creativa

Es evidente que debemos intentar educar niños creativos y capaces de resolver problemas por sí mismos, por lo que los educadores debemos buscar una metodología que permita llevar a cabo un proceso de enseñanza aprendizaje que estimule la creatividad.

Actualmente se está llevando a cabo en las escuelas un modelo educativo basado en el constructivismo. La palabra refleja la idea en la que se basa, dejar que el niño construya su propio aprendizaje, su propio pensamiento. Para ello es necesario crear un clima en la escuela de libertad de búsqueda de información e investigación, con un guía, el maestro, que le proporcione materiales necesarios, le apoye y le oriente en su búsqueda. No basta con dejarle hacer. Pero cualquier metodología que se pretenda llevar a cabo va a depender en gran medida del profesor, de su ideología, formación,   capacidad y características propias.

El docente debe creer lo que está haciendo, debe ser reflexivo, y abierto a los cambios necesarios que le permitan obtener los resultados deseados. Y para ello debe prepararse tanto teóricamente como en la práctica, prendiendo   a observar el proceso que se lleva a cabo en su aula. Si esto no ocurre, toda teoría educativa o metodología que se pretenda aplicar en educación está abocada al fracaso.

Inteligencia en la Educación Inicial

El concepto de Educación Emocional es muy amplio, pero como punto de referencia  podemos definirla como un proceso educativo, continuo y permanente, que pretende potenciar el desarrollo de las competencias emocionales como elemento esencial del desarrollo humano, con objeto de capacitarle para la vida y con la finalidad de aumentar el bienestar personal y social que debe estar presente a lo largo de todo el currículum académico y en la formación permanente a lo largo de toda la vida (Bisquerra, 2000).

Existen unas competencias emocionales que todas las personas deberían aprender. La estrategia para desarrollar dichas competencias es a lo que se llama Educación Emocional.

Según  Rafael  Bisquerra  (2009)  y  siguiendo  el  modelo  del  Grup  de  Recerca  en Orientació Psicopedagógica (GROP) de la Universidad de Barcelona, experimentado con éxito en la educación, engloba competencias como las siguientes:

·         La conciencia emocional. Consisten en conocer las propias emociones y las emociones de los demás. Se consigue a través de la observación del propio comportamiento así como del de las personas que nos rodean.
·         La regulación de las emociones. Dar una respuesta apropiada a las emociones que experimentamos. No hay que confundir la regulación emocional con la represión. La regulación consiste en un difícil equilibrio entre la represión y el descontrol.
·         La autonomía emocional. Es la capacidad de no verse seriamente afectado por los estímulos del entorno. Se trata de tener sensibilidad como invulnerabilidad. La autonomía emocional es un equilibrio entre la dependencia emocional y la desvinculación.
·         Las habilidades socioemocionales. Constituyen un conjunto de competencias que facilitan las relaciones interpersonales, como la escucha y la capacidad de empatía. Estas competencias sociales predisponen a la constitución de un clima social favorable al trabajo en grupo productivo y satisfactorio.

La inteligencia emocional en el aula

La inteligencia emocional se puede desarrollar mediante programas de educación emocional, los cuales deberían iniciarse en las primeras etapas. Las actividades que se desarrollan en el aula son el principal vehículo para la relación entre el profesorado y el alumnado, y es allí donde  se  pone en juego  la  carga  emocional  y la  afectiva. La metodología educativa más eficaz es aquella basada en los conocimientos previos de los niños, en sus intereses y necesidades personales y sociales y en sus vivencias directas.

Pérez-González y Pena (2011) nos dan diez recomendaciones internacionales a considerar a la  hora  de  diseñar,  implementar y evaluar  un  programa  de educación emocional en un centro educativo. Estas son.
1.        Basar el programa en un marco conceptual sólido, haciendo explícito el modelo de inteligencia emocional que se adopta.
2.        Especificar los objetivos del programa en términos evaluables, haciéndolos comprensibles para los alumnos también.
3.        Realizar esfuerzos coordinados que impliquen a toda la comunidad educativa.
4.        Asegurar el apoyo del centro previamente a la aplicación del programa.
5.        Impulsar una implantación sistemática a lo largo de varios años, con una programación coordinada, integrada y unificada con el resto de actividades y programas del centro.
6.        Emplear   técnicas   de enseñanza-aprendizaje activas y participativas   que promuevan el aprendizaje cooperativo y sean variadas.
7.        Ofrecer oportunidades para practicar todas las  facetas  de  la  inteligencia emocional y favorecer su generalización a múltiples situaciones, problemas y contextos cotidianos.



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